lunes, 16 de agosto de 2010

Crónica de la Gira Nº X - Brasil, Parte I- La intensidad de los sentimientos


Crónica de la Gira Nº X
“Por las Huellas de los Pueblos”

Brasil, Parte I- La intensidad de los sentimientos


16 de Abril de 2010 Ciudad de Eunapolis, Estado de Bahia, Republica del Brasil.



Y andando seguimos…

Pero cada vez más acertados de nuestra gran aventura, que estamos en el camino correcto, cada vez más seguros de la decisión que hemos tomado. Del salir del romper muchas cadenas propias y ajenas.

A esta altura del viaje se siente en el cuerpo y en el espíritu los casi dos años de trashumar, los dos años de no parar ni un momento, mas bien de no tener un momento de ponerse a pensar de lo que se ha generado, en un principio en uno mismo, y también claro en los demás.

Ya estamos cumpliendo con más de la mitad de nuestro viaje, no tenemos ropa, no tenemos dinero, no tenemos muchas cosas que el mundo materialista necesita, nos hemos despojado de muchas cosas, materiales espirituales. Nuestra visión del mundo es otra, nuestra visión de las cosas es otra, rompimos muchos muros, y construimos bellos jardines en la plena libertad.

¿Algunos nos dirán que somos unos fracasados?
¿Otros nos dirán que hemos perdido dos años muy valiosos de nuestras vidas?

No lo sabemos.

Pero si estamos más que seguros, que vamos acompañados por muchos y muchas que no tienen nada, que están despojados de todo, y nos hemos convertido en iguales que ellos.

Un instante sin instantes.
Dos personas, que llegan en una camioneta de 1965, muy antigua, verde con inscripciones en sus laterales, muy particular.

“Títeres del Zonda”

Uno flaco, y uno gordo.
Uno alto, y otro Bajo.
 Con valijas viejas, con telas mugrientas, con bártulos, con caños de aluminio. Con tornillos y tuercas dispersadas en el piso de tierra.

Y una rueda de personas, Niños, Adultos, Ancianos, curtidos de tanto vivir en una soledad perpetua, cotidiana, abrumante, desesperadamente solitaria y olvidada en todos los conceptos. Pueblos perdidos de los pasos de cualquier caminante.

¿Y que acontece?
Un ritual, el mismísimo ritual del teatro de antaño, el mismísimo instante de magia, donde las miradas se devoran los silencios, donde los instantes se transforman en cajas de Pandora, y la música de Astor Piazzolla, con un adiós Nonino lo invade todo.

Completamente todo.

Cada pequeño movimiento de estos dos personajes es minuciosamente observado por una docena de personas, va que decir una docena, un centenar de personas, va que decir un centenar un millar de personas, que jamás de los jamases vieron teatro y menos que menos teatro de muñecos.

Pantalones negros.
Camisas Negras.
Un Sombrero de Otavalo.
Un Sombrero de Saraguro.
Un Saco de Oruro.
Un chaleco de la Paz.
Los pies descalzos,
Como queriendo acariciar la tierra que pisan sus ya cansados cuerpos de tanto andar.

Y EL MOMENTO se aproxima.
Los latidos se aceleran.
Las manos comienzan a sudar

Y los nervios se mezclan con el murmullo lento y suave de un público que no sabe en lo más mínimo lo que acontecerá en un retablo negro, porque ni siquiera saben lo que es.

¿Por donde saldrán?
¿Qué será eso que esta allí?
¿Qué harán estos dos gringos?
¿Qué será esto de Tiatro?
                           Y el tango de la Biyuya, con la voz de Marina comienza a tocar, en un baile tranquilo y fugas de dos calaveras que se unen para hacer estallar carcajadas de los que han perdido ya sus dientes.
                            Sonrisas puras y aplausos tiernos.
Y vienen las caras de ver títeres, las caras de ver fantoches
Los garrotes aparecen.
Las flores, los ladrones, Doña Rosita, Don Arturo.
Rosendo, Don Julio Aryentino Corazón de Roca, Xoxen.
Las hachas, las flechas, las bombas.
El Fuego.
  Y los gritos de los niños y las niñas.
Y más gritos
Y Montones de gritos.
 Que hacen romper las estructuras de los que dicen que son grandes, para regresar en el tiempo y volver a convertirse en niños y niñas con arrugas, con manos llenas de callos de tanto trabajar.

En ese mismo minuto donde todos dicen: ¡un besito…!
en la boca, en la boca.
                      Un cartel, un viejo cartel asoma por el teatro anunciando
el FIN de la obra.

Ya no somos iguales que en el comienzo, algo ha sucedido, se han roto las cadenas, se han mirado los espíritus desnudos, el publico no es el mismo, los titiriteros no son los mismos.

Todo ha cambiado, todo se ha movimentado, los sentimientos, las caras son otras, las sonrisas son otras, las actitudes son otras.

La justa, y necesaria magia del teatro ha dado su toque en cada corazón de los allí presentes.

No somos iguales.
Nos sentimos más hermanos.
Las emociones se ven en las lágrimas del público, de los titiriteros, en las sonrisas de los niños y de las niñas, en una manito muy pequeñitica que saluda.

Y todos nos transformamos en muñecos de cartapesta, muñecos de papel; todos volamos al mundo sin muerte, al mundo del juego, al mundo de las risas. Todos nos hacemos marionetas donde nuestros hilos se unen a los hilos de los otros.

Y así bailamos en la danza de una vida más feliz, de un mundo sin violencias, sin mezquindades, sin hambre, sin frío, sin aquellas cosas que nos duelen en lo más profundo de nuestros sentimientos.

A través del teatro y el arte, a través de nuestra muchas veces olvidada humanidad.

BRASIL, EL PAIS DE LAS EMOCIONES FUERTES:

Brasil.
Ya estamos muy cansados, no solo nosotros dos, sino que también la maravillosa antorcha, nuestras vivencias se han transformado no en ríos caudalosos, sino más bien mares apasionados.

Estamos muy sensibles, ya que nos han paso miles y miles de cosas con demasiada sensibilidad, no nos podemos escapar a esos sentimientos. Anécdotas fuertes en un país de gente maravillosamente bella.

El corazón de los brasileros es mucho mas grande que el país en el que ellos viven, es impresionante, ahora estamos como en el medio de este gran territorio, mas precisamente en el Estado de Bahia, en una ciudad que se llama Eunapolis.

Ya hemos dejado atrás el enigmático amazonas, para adentrarnos en la fuerte cultura del Nordeste Brasilero, se nos hace muy difícil plasmar en palabras lo vivido, tantas cosas, tanta gente que nos brindo una mano, tantas funciones, tantas energías generadas por el arte. Tanto compartir que seria muy lamentable olvidarnos de alguna.

Trataremos de que por lo menos perciban las vivencias que para nosotros fueron mucho mas fuertes en lo concreto y en lo espiritual de nuestros pasos por estos caminos.

TEATRO DE ANDANZAS Y LA MONTAÑA DE CEMENTO EN EL CORAZON DE LA SELVA:

No solo hablamos en español en la America Latina, no solo están las lenguas originarias, sino que también están otras lenguas producto de las invasiones conquistadoras, así como la castellana, que vino desde la España misma, tambien esta la Portugueza. Para nosotros es algo muy raro, de un lado imaginario de la frontera que también es imaginaria, un lenguaje y del otro lado de esa rayita imaginaria otro lenguaje.

No se entiende. Pero si se comprende la historia nefasta y sangrienta que tuvieron nuestros pueblos en el momento del remate de las tierras, en aquel mal llamado descubrimiento. Donde un señor, pelado y gordo con su tunica tenida de rojo sangriento decidió por intermedio de un Dios despótico, repartir la tierra “descubierta” en dos imperios, el Español, y el Portuguez, de acá para acá, es de una corona, que habla español, de acá para acá, es de otra corona que fala portuguez.

Y nos cagaron.

Pero la cultura, y la gente trasciende esa sangre derramada, y la hermandad se hace mas fuerte porque en la resistencia a la opresión desde el lado español, o desde el lado portuguez es la misma. La gente con sus puños en alto de un lado y del otro es igual. Cambiaran los rasgos fisiológicos, pero la lucha es la misma, frente al dominador, frente al opresor y los gobiernos que ellos mismos imponen.

¿Y que paso?
Bueno tuvimos que aprender hablar en portuguez. Las primeras funciones la gente nos miraba, nos aplaudía cuando salía en cartelito de Fin, que para colmo en portuguez, fin se escribe FIM, así que hasta allí andábamos malucos.

Pero con paciencia y gracias a la gran pero gran mano que nos dieron los amigos de Locombia, allí en Boa Vista, pudimos superar ese objetivo, después de varias presentaciones, pudimos hacer que nos entiendan un poco más.

Y así, que como siempre, andando y andando, llegamos al Parque Nacional Virua, allí en el medio de la mata, donde comienza la floresta, donde nace la selva, comenzamos a aprender sobre la diversidad de este maravilloso país.

Funciones varias, en comunidades de pescadores a las orillas del río Blanco, allí junto a los biólogos, los geógrafos, los amigos nuevos supimos entender mínimamente lo que serian los nuevos caminos por recorrer.

Y después de pasar por la reserva indígena amazónica, de la comunidad Walmiri Atroari, donde solamente se puede transitar en un cierto horario. Donde las autoridades policiales especifican que no se recomienda parar en el camino, porque parece ser, que allí los indios tienen mañas antropófagas se comen algún turista cargoso que va a sacarles fotos hasta cuando duermen.

Siguiendo las instrucciones policiales, como buenos y santos viajeros, pasamos derecho, derechito por esa zona, eso si se nos rompió el tren delantero, y perdimos unos tornillos de la antorcha, ya que la ruta estaba muy llena de pozos, no se podía esquivar ninguno.

Llegamos a la húmeda ciudad infernal de Manaus, allí con una hermosa galera, fuimos recibidos por nuestras amigas angeles que nos cuidaron, Nara y Melissa.

Impresionante, la ciudad muy grande muy llena de vida, jamás hubiéramos pensado que semejante ciudad estaba en el medio de la amazonas, allí donde comienza el gran río.

Y así conjuntamente con los amigos del centro holos nos quedamos un mes en esa ciudad, haciendo las gestiones para embarcar a la camioneta en una balsa para llegar a la ciudad de Belen, ya que no hay camino entre estas ciudades.

Toco viajar por el amazonas, en un barco con muchas familias, por unos cinco días. Uno cerraba los ojos mirando el Río, y los abría mirando el Río también, en ciertas partes parecía un mar, se veía a lo lejos muy lejos la costa, y en las noches solo unas pequeñas lámparas iluminaban las pocas casas que a lo largo de las costa se encontraban.

Una aventura sin precedentes, viajando con familias enteras que migraban de una ciudad a otra, para comenzar nuevamente con sus propias historias, llevando consigo sus pocas cosas, su televisor, sus ollas, sus ropas, todos sus pocos bienes.

El viaje de sus vidas, el viaje que jamás volverían hacer, dejando en su pasado terribles historias de hambre, de dolores, de olvidos, para cambiarlas por una nueva esperanza, por un nuevo futuro, por un nuevo comenzar.

Es increíble, nos contaban sus historias con las lagrimas en sus ojos, con sus niños en sus brazos, pero con sus espíritus radiantes al nuevo despertar. Así también nos encontramos con un hombre que era minero de diamantes, una actividad prohibida y penada con la cárcel en estos días por el estado brasilero. La búsqueda de la piedra preciosa, la mas grande la mas pura piedra de diamante, para una vez por todas vivir dignamente. Tantas historias que será en otro momento que las escribamos, ya que sino seria interminable esta crónica.

Así fue, que pasaron los días en el barco, durmiendo en redes, y sorprendiéndonos en cada momento del viaje, en una parte donde el río que se hace más estrecho, las mujeres de la costa que viven en sus precarias casas de cartón, y de madera, escuchan el barco que viene.

Salen rápido de sus casas, suben a sus hijos semidesnudos y pequeños a sus rudimentarias canoas, y comienzan a chapotear con sus manos el agua del río Amazonas, pidiendo que les tiren unas monedas. La gente que va en el barco como toda gente pobre, tiene compasión con los de su misma clase, envuelven dulcemente en bolsas de plástico unos paquetes de arroz, de fideos, unas golosinas, las cierran fuertemente y se las tiran. Para que ellas las recojan.

Es muy impresionante las imágenes, las personas viven en una pobreza extrema, tienen todo, y no tienen nada.

En este momento solo toca suspirar, y mirar el cielo.
Así es así seguimos, y se vienen muchas canoas, que invaden las aguas marrones  de un río correntoso. No son mujeres, ni tampoco son hombres, ni menos piratas.
 Sino que son niños, y niñas, desde cinco hasta unos trece años, que con una impresionante agilidad, se enganchan al barco en movimiento.

Un momento justo a una velocidad muy experimentada, tiran su manito un arpon, que en la punta lleva un garfio como para que los sostenga, y así contra la corriente ellos se prenden del barco.

Hacen unas maniobras y de repente están arriba del barco, compartiendo una gaseosa, o comiendo un chocolate que los tripulantes les regalan.

Suben con sus canastitas vendiendo camarones y productos confeccionados en la región, palmitos, pescados, jugos, bananas, y tantas cosas, por unos pocos reales.

Así como llegan se van, como cuales aves en pleno vuelo, sonríen, miran asustados y con gran valentía, se retiran silenciosamente hasta que otro barco llegue  a las costas de su casa.

Volver a repetir su aventura.
Un momento, un pequeño momento de compartir cultura, de transgredir la soledad, de romper con esa incomunicación, al subir al barco para sobrevivir, para demostrarnos que ellos existen, que ellos están allí.

Que ellos ríen y viven también en las orillas de un Río llamado Amazonas.

EL ENCUENTRO TAN DESEADO:

Y no es para menos, ya la estábamos extrañando mucho, sin verla, solita, tan semejante viaje, tantos momentos vividos por nosotros. ¿y los de ella?

¿Que contara la antorcha?, ¿Que contara nuestra maravillosa camioneta?, solo ella lo sabrá, ya que tubo que viajar solita, solita unos días antes que nosotros en otra balsa, y llego el momento de encuentro en la ciudad de Belén del estado de PARA, en el nordeste mismo de Brasil.

Y así nomás como llego partió, la chequeada de siempre, el aceite, el agua, la batería, el aire en las ruedas. Un poco de limpieza y a los caminos.

Como nos dijo la Anastacia Garcia, vayan donde los reciben, así tal cual, vamos a donde nos reciben pero esta vez el trecho era muy pero muy largo, unos tres mil quinientos quilometros. En varias etapas.

La meta: PRAIA DO FORTE, norte del estado de Bahia.

Salimos silbando bajito, despacito despacito, con todo en orden contentos de volver a las andadas, pero con un pequeño problemita en los bolsillos.

DESTRUYENDO SOLEDADES:

Así que con todo absolutamente calculado, los centavos, las monedas los billetes, todo calculado en la libretita de viaje. Tantos kilómetros, tanto combustible, tanto dinero.

Esto queda, se compra pan, banana, y queso. Se duerme en el camino, en algún puesto de combustible, estación de servicio. El tema importante que para llegar al lugar donde nos reciben, no podíamos estirar nada las monedas, no nos alcanzaba el dinero, porque los ahorros y la plata que habíamos generado se nos había gastado en el pago de la embarcación por el río amazonas, nos había costado el doble de lo que pensábamos, entre el viaje nuestro, como también el de la antorcha.

¿Bueno entonces que?
Tocaba  llegar a una ciudad intermedio del camino, y allí hacer lo que sabemos hacer, marionetas, y fantoches, títeres, en la calle misma.

Elegimos la ciudad, que seria, Teresina, desde Belén donde estábamos, hacia allí unos mil kilómetros.
                         Salimos nomás.
 Unos dos días de viaje, constantes y sonantes desde muy temprano, y calculando como para llegar a Teresina por la mañana temprano y hacer las gestiones para podernos presentar en la calle con Elsa y Kassandra, hacer unos reales y seguir el viaje.

Todo bien, todo tranquilo.
Y aconteció lo que no tenia que acontecer.

Pequeña ciudad, un semáforo que cambia de color, pasa a Rojo, nos detenemos, unos instantes…

¿Qué?
(No no fue un choque, tranquilos)

El cambio que no entraba y la antorcha que no se movía, ni pa delante, ni para atrás, las bocinas que comenzaron a sonar, las putiadas en portugués, y los nervios que comenzaron asomar.

¿Qué paso?
Esos síntomas no los conocíamos de la antorcha, que diablos pasa, bueno bajamos, la empujamos como pudimos y nos tiramos debajo del motor para ver que acontecía con el embriague.

Nada, y nada.
Tirados allí abajo, comenzaron acercarse, primero uno, después otro y otro, gente que pasaba y les llamaba la atención primero el carro, y luego la placa, “Argentina” y nos preguntaban ¿Qué nos estaba pasando? Pregunta, que pregunta.

Paso un hombrecito que vendía en la calle, antenas y fundas para celulares, allí se tiro abajo con nosotros y nos dice es una manguerita que esta rota, toca cambiarla nada mas.

Y así que fue la búsqueda de la manguera, pero cuando uno esta de viaje, en un lugar que no es el de uno, y mas aún en un país que tampoco es el de uno, todo se torna doblemente complicado, y a eso le sumamos el idioma.

 Se nos acerco un muchacho. No se si nos vio tan mal, que le dimos tanta lastima, y el mismo nos llevo a los lugares donde podríamos conseguir el repuesto, primero en su moto, luego en su auto, de un lado hacia otro.

Hasta que por fin lo habíamos encontramos, el bendito repuesto. Nos tiramos debajo de la antorchita, mano que va mano que viene, Ya esta.
Probamos
Una vez

Probamos
Dos veces
Tres veces
Y…

nada
       No pasaba nada, solo las horas, y todo continuaba igual.
La tiramos con el mismo auto del mismo muchacho que nos había ayudado, hasta un mecánico amigo de el.

Y allí comenzó otro capitulo de la historia esta, el Mecánico nos dice, se rompió el cilindro de embriagué, será difícil encontrar uno porque es un modelo antiguo, hay que ver para adaptar otro.

No conocíamos a nadie, estábamos completamente solos, y sin dinero alguno.

¿Qué hacemos?
En esos momentos solo toca dejarse llevar por el mismo destino, solo toca tranquilizarse y ser sinceros con uno mismo, que las cosas van para donde deben ir. Pero eso lo decimos ahora, que han pasado el tiempo, en ese momento es muy difícil.

Conseguimos el repuesto.
Lo arreglaron y nos dijeron, vaya con Dios.

LA COMUNIDAD DE SANTO ANTONIO DE TIMO:

 Y no nos quedo otra que irnos con Dios, un abrazo que fue fuerte con lagrimas y emociones en los ojos, después de dos días de tratar de solucionar aquel problema, ya todo esta bien. Y eso nos llevo hacer una devolución a esa gente, a esos nuevos amigos, entonces decidimos hacer una función de Teatro de Títeres, y donde mas que en una fiesta patronal, del santo del pueblo.

Mas tranquillos, con la camioneta en perfecto funcionamiento, nos presentamos, realizamos varias funciones, nos alojaron en un salón parroquial, títeres a la gorra, títeres para toda la familia.

Compartimos el pan y el vino.
El desayuno, y las risas de una comunidad de verdad, unida por la religión, más allá del rito católico, más allá de las formalidades que lleva estar vinculados con la iglesia. Todos compartiendo, todos trabajando por la felicidad de todos.

Volviendo a una iglesia primitiva en conceptos, una iglesia pura, transparente, clara, el ritual en comunión verdadera con las actitudes de la comunidad. Era increíble ver la armonía de las personas, la calidez de las relaciones, las risas, los dobles sentidos, las chispas, las energías que se generaban entre todos.

Mucha gente, la iglesia repleta de personas, jóvenes, ancianos, niños, todos, utilizando el rito, como medio para compartir un momento en la comunidad, no como medio para hacer lineamientos, ni direccionar pensamientos, sino en la plena libertad de cada uno, para hacer posible una convivencia mas armónica entre todos.

Maravilloso, nos sorprendieron, nos dieron de comer cuando no teníamos comida, nos brindaron una sonrisa cuando estábamos desesperados, nos acariciaron el corazón cuando mas lo necesitábamos.

Nos alentaron a seguir, andando, nos pusieron las alas de los ángeles para que voláramos hacia nuestro destino.

LA PRAIA Y EL MAR:

Y llegamos nomás hasta la casa de Gaby en Praia Do Forte, allí en un mundo muy diferente al que veníamos nos encontramos con un muelle roto de la antorcha, con nuestro cansancio mas presente, nuestras fuerzas mas debilitadas.

Para recuperar el aliento, recuperar energías y levantar las velas para seguir andando, pero esta será una historia de otra crónica que ya se esta escribiendo como para no atosigar tanto la vista y cansar los pensamientos.

Los vientos van bien, laS cosas se ordenan, y los títeres hacen de las suyas, en todos los lugares donde salen en escena, en las escuelas en los teatros, en la calle misma. En las casas de Fariña, en las ciudades, en las comunidades rurales, en cada lugar que nos hemos presentado, se ha generado un momento único, fantástico, indescriptible de risas, de silencios, de intercambios, de abrazos.

El publico, la gente, el pueblo nos contiene, y nosotros los contenemos con ellos, algo mutuo, especial y mágico, como es el  TEATRO DE TITERES.

Ahora en la ciudad de Eunapolis con los amigos y hermanos del Punto de Cultura VIOLA DO BOLSO, mas de 800 niños nos han visto, hemos compartido tanto en solo una semana, muchas funciones, mucho trabajo, pero sobre todo mucha energía, y pensando mucho en lo una vez el Maestro Eduardo Di Mauro nos dijo, cada niño que vea aunque sea una única vez una función de títeres posibilita que el mundo cambie y sea mejor.

No se si a esta altura nosotros ya lo hemos cambiado para otros, lo que si la visión del mundo para nuestros sentidos, ha cambiado mucho y por eso estamos muy felices de hacer lo que hacemos.

Sebastian Aurelio Berayra
Nicolas Martinasso
TITERES DEL ZONDA
FANTOCHES DO VENTO


martes, 13 de abril de 2010

Cronica de la Gira NRO IX


Crónica de la Gira Nº IX
“Por las Huellas de los Pueblos”

Andando y andando por la Tierra Bolivariana de Venezuela

12 de Abril de 2010 Ciudad de Boa Vista, Republica del Brasil.


Noguaraz, Compañero y compañeras de los sueños y de la vida, aquí andamos nosotros ahorita nomás en las tierras de la luz brasilera, respirando selva humedecida por las lágrimas de los ríos dulces como la gente que nos recibe en estos caminos.

Y como es costumbre cada vez que recorremos una parte de nuestra América latina escribimos una crónica, y esta le pertenece a la Republica Bolivariana de Venezuela.

Desde esa vez que dejamos a la pasional Colombia hasta hoy, hemos levantado el polvo de varios caminos de los tantos kilómetros recorridos, como las tantas vivencias, experiencias y aprendizaje por las que hemos pasado. Despacito, despacito la maravillosa antorcha nos ha encaminado hacia los pasos de la Tierra del Libertador Simon Bolívar.

El cruce de las rayitas mágicas:

Siempre el cruce de frontera nos genera un cierto nerviosismo, como así también una nueva expectativa por rodar por un nuevo país. La adrenalina se incrementa en la sangre, los latidos se aceleran.

La mejor ropa para los titiriteros.
La mejor lavada y pulida para la antorcha.

Todo en su mismísimo lugar.Nos convertimos en personajes, al mejor estilo peque-bu diría nuestra amiga Luci.


Los calzoncillos en su lugar, los títeres listos para la salida, las ruedas ajustadas y con la presión del aire necesaria. Todo en su perfecto lugar. Todo calculado en la justa y pertinente precisión.

Sin dejar un solo detalle al azar, papeluchos en orden, sellado de los pasaportes por el departamento administrativo de seguridad de la Republica de Colombia, el famoso DAS, en la salida del País, para la entrada a Venezuela.

Momentos de mas nervios, un edificio enorme nos da la bienvenida a la Republica Socialista de Venezuela, azul sus paredes, ventanales inmensos, gente que entra y que sale, uniformados por todos lados, ametralladoras y granadas, vallas de contención, por aquí y por allá, controles y requisas al gusto del transeúnte. Gente con variadas caras desde la felicidad eterna, amargura permanente y hasta el mismísimo rostro de estar asqueado de tanta formalidad y boludicracia.

¿Acaso no tenemos el mismo origen?
Esta cosa de dividirnos para que nos estrujen más.

Que le vamos hacer…Una bandeRITA de un lado y otra bandeRITA del otro.
Un pie en Colombia y otro en Venezuela.

Increíble.
Pero verdaderamente increíble, las realidades que se viven, por un lado y por el otro, de esas rayitas que están en el mapa de negrito y en trazos gruesos.

Después de estar en el territorio del paraco Urribe (paramilitar-narcotraficante del presidente de Colombia), el cambio político hacia la tierra de Chavez nos llenaba de expectativas, sobre la realidad vivencial del pueblo venezolano más allá de la información que generan los medios de comunicación, mas allá de los comentarios buenos y malos de los Colombianos.

Nosotros con una gran expectativa sobre el gobierno Revolucionario del Compañero comandante, con mucha esperanza, con muchas ilusiones de vivenciar el proceso Bolivariano.

¿Y que paso?
La señorita burocracia apareció con su vestido de última moda, pero repitiendo vestuario como siempre, toda embadurnada con su maquillaje típico de solterona histérica, nos atendió de la mejor manera posible. Con su mejor cara de culito, o de pompis como dice nuestra Rossita.

Buenos días, señores titiriteros, son las siete y media de la mañana y aquí podrán poner en acción su capacidad de paciencia…la realidad nos dio un calido golpe en la mejilla. Y a esta altura de nuestro recorrido ya hemos aprendido que debemos ser buenos camuflados en el cruce de fronteras, con el disfraz de “turistas compradores compulsivos”, jamás decir que somos trabajadores del arte, jamás decir que lo que hacemos es trabajar, jamás decir que llevamos cultura.

Es que eso genera miedo a los que están en el poder, miedo de uno diga nuestra verdad, de que uno genere espacios críticos para poder entre todos analizar la realidad, llegar a conclusiones, y hermanarnos en una eterna resistencia y lucha por nuestra libertad.

Si demostramos una minima pizca de nuestra sensibilidad, no nos dejan entrar a ningún país, nos tildan de vagos, sucios, zaparrastrosos, hipis. No tenemos nada en contra de la gente que realiza sus “Trabajo” en las fronteras pero son personas muy especiales que el sistema las ha captado, para ser bien hijillos de putilla.

Pobres espíritus esclavos. Pero bueno uno decide en la vida que hará de ella, nosotros decidimos la hermosa LiVerTA, como los muchos, la mayoría de hermanos y hermanas del mundo que hemos conocido.

Así es amigos y amigas,
¿Y quien apareció?
Migraciones, la migra y esta vez con el traje de una señora con remera roja, gorra roja, y medias rojas, corpiños rojos, calzones rojos que nos dice: ¡Para atrás, para atrás, espere su turno!; pero ahora me olvide el sellito, así que tengo que ir a buscarlo a mi casa. Ya regreso, y respeten la fila. ¡Muchas gracias!

Y así fue después de una hora, dulcemente nos estampo en nuestros bellos pasaportes del color del primer mundo, el registro de la entrada en la Republica Bolivariana de Venezuela.

¿Ya esta listo?
¿Y entonces que hablan de burocracia?
Todo no culmina allí, falta Aduana y los papeles de la Camioneta.

Otra oficina, otra funcionaria, el mismo vestuario, la misma cara de solterona o solteron, que mire en la pared allí están los requisitos.

a) Formulario de solicitud de permiso para circular por territorio Bolivariano (Duplicado)
b) Fotocopia y original a la vista del funcionario actuante de las diez primeras hojas del Pasaporte. (Por Duplicado)
c) Fotocopia y original a la vista del funcionario actuante del dominio del Vehiculo.
d) Fotocopia y Original a la vista del funcionario actuante del seguro obligatorio automotor, con la empresa Pirulo Lo Protege, sociedad Socialista Revolucionaria del Gobierno Bolivariano.
e) Cancelación de las estampillas.
f) Nota de autorización de requisada de automóvil.
g) Certificado medico del conductor del Vehiculo.
h) etc. Etc. (Nota 1)

Nota 1: Toda documentación ampliatoria que considere oportuna el funcionario actuante.

Así que imagínense, lo que se les puede ocurrir a los estructuralistas burócratas…

Después de tantas idas, venidas, y vueltas a ir. Logramos que nos dijeran esta todo listo, esperen allí.

Y las horas pasaban, y los minutos pasaban.
Y nada.
Y Nada.
Y nada de nada.
Y nada pero nada de nada.

Mirábamos la pared, los agujeros, los cuadros, la gente que entraba y salía. El sol que cambiaba de lugar, la gente que hasta nos saludaba. El retrato del presidente nos miraba seriamente, de momentos nos sonreía, parecía la Mona Lisa al estilo revolucionaria con su pañuelito rojo, con su puño en alto, no sabiendo si para golpearnos o saludarnos.

Allí sentaditos como esperando a la mama, y el papa que nos retire del jardín de infantes, nerviosos.

¿Se olvidaron de nosotros?
Comenzábamos a toser, sin llamar tanto la atención.

Despacito, despacito, pero nos concentramos tanto, que le seguimos a la tosida, tanto, tanto;
Pero cada vez más fuerte, hasta que se nos escaparon los pulmones.
Señal que no tenían la minima intención de atendernos, después del concierto de Tosidas.
¡Y nada!

Los latidos se aceleraban y las manos se nos estaban quedando tiesas, sentíamos un cosquillido en las piernas, nuestra ropa se endurecía, y lentamente nos estábamos transformando en momias vivientes.

¿Seriamos una estatua mas para un museo bolivariano?
¿Seriamos parte de una galería de arte, o lisa y llanamente nos tirarian al basurero?

Estáticos en tierras desconocidas.
Cada parte de nuestros músculos se alejaban de la movilidad, solo en las miradas podíamos comunicarnos.
La telepatía, existe, entre nosotros.
¿Qué carajo pasa?
¿Quieren un cariño?
¿Quieren un muy buen agradecimiento?
¿Quieren una interesante coima?

Tal vez…
¿Si?
¿No?
Pero no es nuestro caso, parece que funciono eso de los personajes de turistas compradores compulsivos, y el vestuario de luxo, la pinta de viajeros con tarjeta Visa internacional.

Pero, si nos revisaban los bolsillos solo teníamos diez bolívares fuertes, como para el combustible y una botella de agua.

Parece que el olfato de la policía de aduana les estaba fallando. Mientras tanto, silbábamos bajito; cuando comenzamos a ver que después de más de seis horas de tenernos así, no conseguirían ni un billete.

Hasta que una vos de ultra tumba, nos dice: ¡aquí tienen, sus papeles!, PERO, pero deben pasar por el departamento de transito para que los autoricen a circular.

Huy, listo una, y el comienzo de otra…

El Camino de la Libertad con posos:

El pueblo venezolano es un pueblo muy especial, muy interesante, muy diferente a los muchos que hemos recorrido, no solo en su estructura física, en sus gustos y en su hablar, sino también en su forma de pensar, en el ser, en su hermosa identidad, en su actuar cotidiano.

El primer contacto para nosotros fue muy duro, sentimos una distancia muy amplia, un permanente mal humor en sus acciones, como si estuvieran desganados, cansados, tanto en el hablar, como así también en el trato. Sin voluntad de hacer lo que estaban haciendo, hasta confundirse su actitud con un muy mal genio.

Verdaderamente sorprendidos, hasta que con el paso del tiempo uno los va queriendo y se va enamorando de ellos, son así, son libres y sinceros, son como son. Y no es que sean malos, o irrespetuosos. Son así, especiales, con su forma característica de ser.

La historia del país, no es muy diferente a la de todos los que hemos recorrido, con sus interminables golpes de estado, con sus matanzas, su persecuciones políticas, sus gobiernos corruptos, sus políticos de ultima, pero eso si, con la particularidad de su gran riqueza petrolera.

Una gran trayectoria en gobiernos asistencialistas que solo han transformado a la mayoría de su gente en meros “Recibidores” de migajas de recursos mínimos como para solo sobrevivir y comprar su caja de cerveza, así que como en todos los países latinoamericanos, la misma receta y este mismo accionar político de parte de los gobernantes de turno, generando costumbrismo, sin pensamiento critico, hacia un individualismo concreto y devastador de todo proceso comunitario y participativo. Estancando todo movimiento verdaderamente social y popular que visualice la desigualdad y el canibalismo del sistema capitalista.

El pueblo venezolano es como sus caminos, libres de peajes, con el combustible muy barato, pero con grandes baches, con muchos posos, que solo el devenir de su propia historia podrá arreglarlos o empeorarlos.

Esta en su pueblo, el cambio, SOLO en su gente.

Y el maestro de los maestro de la vida:

No es difícil en la vida encontrar buena gente, hay a montones, y cantidades superiores a los malos. Desde que hemos salido a recorrer esta America, siempre ha sido así, solo uno que vive en Buga, Republica de Colombia, pero ha sido la excepción, siempre nos encontramos con muy buena gente.

Pero hay personas que de tan importante se transforman en necesaria, así como el Maestro Eduardo Dimauro, y su compañera Maritsa, gente maravillosa y necesaria, por el ejemplar de sus vidas.

Su lucha, su oficio de titiritero, su concepción ideológica, su verdadero socialismo, sus pensamientos, su conversar, su humildad, su charlas, sus palabras sinceras sus brazos abiertos y su mirada llena de tanta energía en el mañana.

Desde hoy serán mis hijos, nos dijo el Maestro Eduardo, desde hoy no se preocupen muchachos que aquí los cuidamos.

Gastamos nuestros trajes de baños, las eternas charlas en la biblioteca, en su oficina, debajo de las palmeras del club español donde entre el agua de la pileta y el sol caluroso de Guanare disfrutamos instantes maravilloso, increíbles momentos de tanto aprender, de tantas palabras que nos envolvían el corazón, nos sensibilizaban mas, y nos daban mucha fuerza para el camino.

Se puede ser tan digno en el oficio de titiritero como un doctor, como un educador, como un contador, como un abogado, como un ingeniero, como un albañil, como un jardinero, como las tantas actividades que realizan los hombres y mujeres para vivir dignamente.

Pero el titiritero, el trabajador de la cultura y el arte tiene la obligación histórica de ser crítico hacia la realidad, poniendo en tela de juicio el conflicto permanente de la gente, del pueblo y de sus vivencias cotidianas, más allá del simple divertimento. Con el humor sencillo, y pícaro que es común en el teatro de muñecos.

Haya por los años 1950, dos hombres jóvenes decidieron viajar haciendo títeres por argentina, dejaron sus estudios universitarios por el teatro de muñecos, fue su pasión, los títeres los atraparon, y la poesía los invadió completamente, tantas sonrisas, tantas presentaciones que los invitaron para ir hacia Rumania, un país socialista, pero bien lejos de la Argentina.

El problema era que debían pagarse el pasaje y en esa época como en la actual un viaje de tanta distancia, se necesitaba bastante dinero como para costear dos pasajes.

Y como todo titiritero en todas las épocas existentes, No tenían un peso estos dos locos andariegos. No sabemos porque pero nos hacen recordar a unos que conocemos muy bien, pero esa es otra historia que algún día les contaremos.

Y como muy buenos titiriteros, muy buenos amigos tenían y uno de ellos les dijo, manden cartas al publico que los vio, y cuéntenles de esa invitación, y díganles lo que sueñan ustedes en ese viaje, y para hacer posible ese sueño, necesitaban de un empujoncito y unas monedas para los gastos de los pasajes.

¿y QUE paso?
Nada en los primeros quince días, Eduardo le decía a Héctor: ¿Quién nos va a mandar plata? Metimos la pata, mira que nos van a mandar la plata para el viaje.

¿A los Veinte días?
Estamos locos, y ahora como vamos a ver a la gente a los ojos, después de semejante locura nuestra.

y a los treinta dias...

Un envío, dos envíos, tres envíos, cuatro envíos, tantos envíos que al los sesenta días, tenían dinero como para viajar en primera clase y les quedaba un resto como para tomarse un café en Rumania.

Así fue que esos dos hermanos de sangre, pasión, amistad, complicidad, andanzas y oficio de titiriteros, pudieron viajar, aprender y transmitir hasta hoy tanta experiencia en el teatro de títeres.

A sus 84 años de edad, el Maestro Eduardo nos decía, ya he vivido mas de tres vidas juntas, y estoy convencido que el mundo seria mejor si todos los niños por lo menos una vez en su infancia hayan mirado una función de teatro de títeres.

Para nosotros un hombre con todas las del saber, un maestro que recorre su teatro Tempo, el mismo es el teatro Tempo, el mismo lleva en su sangre títeres, en sus ojos, en sus manos, en sus pies.

Títeres, y títeres, por la dignidad de los titiriteros, por la cultura, por la vida, por la alegría, por el disfrute de cada instante puro y sincero como sus palabras. Títeres que lo hacen tan joven y tan lucido en sus lecturas políticas y sus pensamientos.

Así es pues, que el viento Zonda, quedo mudo, estático, fresco, sin romper el silencio, inmóvil, pero inmensamente perceptivo de las palabras sabias de un hombre sabio, para así poder seguir soplando el espíritu de aquellos que se encuentran en sus pasos.

Gracias maestro, gracias amigo, gracias Eduardo, Maritsa, y la gente del Teatro Tempo.



Y las andanzas nos llevan hacia los caminos semiáridos, en el valle de Carelia:

Elsa y Kassandra, otra vez en la historia de los Zonda, siempre están allí metidas las divas de las caderas flojas, haciendo de las suyas.

De la maleta del abuelo Mauricio Eliazar Sanchez (Don Tito), se nos escaparon estas dos trasnochadoras; estábamos hablando de que en pronto tiempo teníamos que repararla, ya tantos años y tanto viaje, tantos lugares y tantas presentaciones, el cartón y la madera tuvo su desgaste.

Así que por allí, por los agujeros y buracos de cartón, se nos fueron a parrandear y rumbear estas niñas pecadoras.
¿A dónde va ser? A bailar, y bailar.

¿Y esta vez con quien se encontraron?
¿Con la migra?
No, Dios nos guarde, y todos los santos, y todos los diablos juntos, que no.

¿Con los evangélicos?
No, que nos guarden los ateos y agnósticos.
y entonces con quien...

Con la bella Carelia, su compañero Steel, y su hijas.

Toda una familia, nos supieron conseguir, que nos alojaron, nos ayudaron a enfrentarnos nuevamente con la Señora Burocracia Estatal, hasta nos consiguieron unas bellas funciones.

Aprendimos que de la soledad de un clima árido, sin las lágrimas de una nube, la vida lucha por existir, en un ambiente tan difícil y complicado en el latir.

Entre arboledas y una tierra seca, pero increíblemente productiva nos alimentamos de sabios conocimientos, compartiendo sangría, café, y deliciosas arepas supimos hermanarnos con tan bella familia de Cabudare.

Momentos calidos de tanta hermosura, que uno tienen con gente tan rica en sus espíritus, hermanos de los caminos y de la vida que nos hacemos en el andar; les estamos eternamente agradecidos.

Gira por el oriente Venezolano:

Esto de andar y andar nos hace recorrer el lugar menos pensado y nos hace estar en sitios que jamás pensábamos estar.

Y los amigos del teatro Bengala, nos supieron organizar unas funciones por Anaco, El Tigre, Puerto la Cruz, y descansar una noche en Lecheria en un complejo que más que uno se caería de pompis.

Recorrimos todas las escuelas, estuvimos en el teatro haciendo de la nuestra con los títeres, regalando sonrisas a un público hermoso, participativo y cariñoso.

Una familia muy especial:




El mundo es pequeñito, pequeñitiquitico, y los viajeros se encuentra, y se vuelven a encontrar, se conocen y se vuelven a conocer. Se descubren, y se hacen simplemente amigos para toda la vida.
En su mayoría los argentinos, somos juntos a los Colombianos los que mas viajan por las rutas americanas, siempre hay una yerba mala argentina, por suerte, dando la nota en algún lugar del globo.

Esta vez, eran muchas y el lugar se llamaba Chichiribiche, un paraíso del mar Caribe Venezolano, aquí una manada de paisanos ocupando un galpón, junto a otros viajeros, Chilenos, Peruanos, Colombianos, y Brasileros.

Todos juntos viviendo en comunidad, demostrando prácticamente que la hermandad Latinoamérica existe, en armonía y equilibrio.

Alli, donde el mar besa las costas en los colores mas bellos, donde el cielo se une a las estrellas en el latir de una luna llena, donde el agua calida abraza los cuerpos curtidos del sol de los viajeros.
Uno revive, uno renace nuevamente en el simple andar.

La naturaleza te absorbe, te somete al nunca olvidado instante primitivo de soledades intensas con uno mismo.

Y quedamos atrapados en el misticismo de las mareas, donde los hombres nos convertimos en dioses y los despojamos de toda autoridad.

En ese mismísimo lugar, conocimos a los tres, los tres, LOS TRES, con mayúsculas y en negrita, la Peti, el Rulo y la Luna, personajes del camino, hermanos de los sentimientos, charlas eternas entre vino, y fumarolas, acampadas en las islas.

Recorriendo las playas con sus caritas pintadas de payasos, entre el baile de la exuberante Elsa y la erótica Kassandra, supimos romper corazones venezolanos, con la complicidad de Ciruelita con su pancita de arepas.

Los chistes del Cogoyo, mas que para reír eran para llorar, pero el gran actor de los actores los sabe transformar en sonrisas y buenas monedas para la gorra. Maravillosos amigos los momentos de tan lindas compartidas.

Junto al Maltin, la compañia de circo Teatro ambulante y nosotros un equipo para alquilar balcones, nos presentamos en todoooodas las escuelas del hemosro Chichiribychi, llenando de sonrisas a muchos niños y niñas.


Una de Terror, la violenta muerte del Chocolate:


Esto de estar tanto tiempo viajando nos enseña mucho, y uno percibe mas de los lugares donde uno gira, el estar unos tres meses en un país nos da una visión mas amplia y mas sincera, verdadera de la realidad de las personas que conviven en un país, en una ciudad o en un pueblo.

La mayoría de las veces no caemos en hoteles de cinco estrellas, ni menos aún compramos en paquete turístico, una porque no tenemos los recursos, pero principalmente es porque la intención de nuestra gira es colmarnos de vivencias pero de las vivencias cotidianas de la personas, en sus rutinas, en sus quehaceres normales.

Invadimos el espacio diario de la gente, de la familia que nos invita a su compartir su techo, su plato de comida y es así que uno puede llegar a tener una percepción un poco mas amplia de la realidad y es así como podemos estar viajando.

Esta historia que habremos de contarles, sucedió en la vida real, en el momento que nosotros estábamos en la Ciudad de Valencia, nos marco, nos izo analizar, hasta tomar la decisión de seguir o irnos de Venezuela.

La ciudad de Valencia es una de las más importantes del país, esta entre la segunda y tercera de mayor iteres económico, ya que contiene una de las zonas industriales mas conglomeradas de la región. Muchos habitantes, muchos trabajadores y por consecuencia mucha delincuencia, o malandraje como dicen los venezolanos.

Y esto desemboca en mucha violencia también, según nos decían los amigos es la segunda ciudad mas violenta de Venezuela, el primer premio lo tiene la capital del país que es Caracas.

Aquí la gente que puede se transporta desde sus casas a sus trabajos en vehículos propios, y la que no lo posee, lo hace mediante otro medio que son por ejemplo una corta línea de tren subterránea, que solo hasta la fecha posee unas cinco o seis estaciones, y lo que queda en su mayoría es el transporte publico de pasajeros en colectivos o buses.

Este ultimo transporte, en su mayoría se trata de flotas de todo tipo de movilidad, desde colectivos de 40, personas hasta, camionetas utilitarias adaptadas para el transporte de pasajeros que llevan diez o doce personas, cuyos modelos son bastantes antiguos en su mayoría.
Eso si, lo que no escatiman en modernosos modelos, son los equipos de sonido que llevan las unidades. Música llanera, salsa, boleros y algún Gitano Sandro, suena en los parlantes y luces de estos vehículos, que hacen estremecer los tímpanos y transportar a los pasajeros como si fueran las mejores discotecas, al zon de la salsa.

Bastante maluco el servicio, no por su periodicidad, sino más bien por su comodidad, y claro por la inseguridad constante que reina en ellos, como si fueran tierra de nadie.

Después de la brevísima descripción, nos adentramos en la terrible historia de Chocolate:
Un día, una hora especial, un hombre especial con cuatro hijos una esposa, y un trabajo común, Chofer de bus, la línea 12 de Octubre, con un recorrido normal de tres horas, desde el barrio de Tucuyito, a la entrada de la ciudad de Valencia, hasta el Big-Love, la terminal de ómnibus de larga distancia.

El recorrido va por parte de la ruta principal. Mano que se asoma para subir, se para el bus, donde puede y lo sube por la módica suma de dos bolívares fuertes. Mucha competencia en el transporte, pero un trabajo muy desgastante.

Ni bien un chofer se sube al colectivo o el bus, ya esta debiendo un alquiler que va en proporción a la cantidad de pasajeros que puede trasladar la unidad, esto es desde cuatrocientos bolívares fuertes en adelante.

Para tener una idea mas general, el salario mínimo, en este país es de unos mil bolívares fuertes aproximadamente.

Así que Don Chocolate, tenia que romperse el lomo, arriba del colectivo dando vueltas y vueltas y vueltitas, como para que le quede algo para llevar a su familia que debía mantener.

El amigo salio tempranito, eso de las cinco de la mañana, para una jornada de más de doce horas de trabajo, tuvo una buena mañana, paro almorzar como todos los días, su bella mujer o sus lindos hijitos le llevaban hasta la parada, el plato de su ganada comida Un menú rápido, consistente en una buena porción de arroz, con un poco de carne, unos plátanos fritos, un poco de ensalada, con un refresco.

Tranquilo, con demasiado calor en el ambiente, tras tantos meses de sequía, constantemente hidratándose con su termo y su hielo recién llenito de la heladera de su casa.

Regalándole una bella sonrisa, al menor de sus hijos que le había tocado entregar el almuerzo.
Don Chocolate, lo regaño y le dijo que estas haciendo aquí, cuando debías estar en la escuela estudiando. ¡Vago!, ¿vas a ser chofer igual que yo cuando seas grande?

El niño subió sus hombros hacia arriba, lo miro desde su pequeña estatura, con unos ojos muy pero muy grandes, y con un movimiento de su cabecita diciéndole que si, sonrío a su papa, que estaba con su camisa azul toda sudada.

Los dos quedaron conversando, para luego despedirse por última vez.
¡Mañana anda a la escuela!
Fueron las palabras de Chocolate a su hijo menor, para luego acomodarse un poco y poner en contacto la llave del motor de su bus, y continuar con su recorrido.
Así fue…
Una vuelta…
Dos vueltas…
Tres Vueltas…
Y las cuatro y media de la tarde.
El colectivo lleno, toda la gente sentada en sus respectivos lugares, cada uno en sus historias personales, cada uno pensando en sus quehaceres en sus problemas, en su cotidianidad.

Pero dos niños, dos jóvenes, dos espíritus errantes y violentos, estaban entre el gentío. Entre ellos se miraron, el uno al otro. Miraron a la gente, uno por uno, y la adrenalina comenzaba a invadirlos por completo.

Sus manos comenzaron a transpirar, sus corazones a latir mas rápidamente, el miedo los invadió solo una décima de segundo, para luego ser exterminado por el saque de cocaína que sus narices habían aspirado.

Todo listo, un atraco y mas disfrute, la plata fácil, el dinero ligero, ¿que otra cosa vamos hacer, si en este mundo no tenemos lugar? ¿Qué otra cosa vamos hacer?

Y el pensamiento se rompió, en unas simples palabras, de un grito adolescente:

¡Esto es un asalto!
Entreguen la plata, Vamos, Vamos…

Mientras uno de los jóvenes, les quitaba las pertenecías a los pasajeros, el otro apuntaba a Chocolate y le decía: ¡No pares, seguí, seguí, que si te paras, te lleno de plomo la cabeza!

Y de repente, entre la gente explotan tres tiros, el murmullo silencioso, se transformo en espanto, el reloj se detuvo, las lagrimas recorrieron unos segundos de recuerdos.

Había muchos muertos.
Muertos de indignación.
Muertos de sufrimientos.
Muertos de impotencia.
Muertos por asesinar.
Y una esposa viuda.
Y Cuatro hijos sin padre.
Y Un colectivo sin conductor, que solo pudo frenar al impactarse con el vehiculo que le había detenido la marcha en su andar. Ni tiempo le habían dado a Don Chocolate para decir que estaba otro colectivo delante deteniéndole su marcha.

A sus cuarenta y pico de años, había muerto Chocolate.

Pero esto no fue todo, el mismísimo colectivo choco con otro bus. Los niños que había cometido tal aberrante hecho, espantados salieron corriendo, los pasajeros en estado se shock, gritaban y lloraban a la vez.

El chofer del otro colectivo que iba delante, al sentir el impacto freno, y bajo de su transporte, lleno de ira, a pedir explicaciones al conductor que lo había chocado por detrás.

Bajo, enojado, invadido de preguntas.
Pero…
Cuando se asomo por la puerta y vio el regadero de sangre, el conductor muerto en su asiento, simplemente se desvaneció.

Muriendo tambien de un ataque al corazon.
Venezuela esta violenta, y de tan violenta que esta, las personas ante un hecho de tan grave magnitud, ya no toman conciencia de lo grave que esta, es algo normal, es algo cotidiano, se sorprendían al comienzo, pero ahora ya no, todo pasa.

Luego que esto le sucedía a Don Chocolate, nosotros pasamos por ese mismo lugar una hora después y terminaron robándonos, no fue mucho, pero el momento lo pasamos.

Así esta Venezuela, inmersa en un clima de delincuencia donde la vida no vale nada, donde las cosas violentas se transforman en cotidianas, la policía no existe, no hay. La calle esta liberada y el pueblo completamente desprotegido.

El temor y el terror, lo invade todo, son algo común del día a día, uno lleva el teléfono celular preparado para el robo, unos billetes en los bolsillos para los asaltantes, y una mano en el corazón para no infartarse.
Lamentable.

El Nacimiento del Sol y la Luna:

Después de estar pensando y pensando.
¿Salir? O ¿No Salir?
Del país
Era la cuestión…
Estuvimos en el nacimiento de Sol y Luna, los amigos de Valencia que nos supieron contener, y con los cuales pudimos hacer el proceso de entendimiento de la realidad, con el tiempo y las conversadas, mientras construíamos los títeres, y hacíamos un taller , fuimos renaciendo.

Perdiendo el miedo, y descifrando los valores o los nuevos códigos en los que las grandes ciudades están enmarcadas en la actualidad, es difícil entender la violencia que genera el sistema.
Pero es la mismísima realidad que nos toca, y nos da de cachetadas todos los días en todas las ciudades de nuestra America.

Si no estuviéramos con gente que nos da el cariño de una familia que nos cobije, nos seria imposible de continuar, así fue con Berenice, José Luis, Andrea y Juliana.

Hasta bailamos salsa casino, va intentamos, jugamos al domino y al parque, hasta transformarnos en fanáticos de estos juegos de mesa. Las tantas comidas y los tantos almuerzos y cenas a punta de lechosa.

No pudimos guardar la silueta, degustando sabores tradicionales. Corazones felices y llenos de tanta hermandad, de tanta solidaridad, así es amigos y amigas.

Y el momento de marchar:

Aquí le dicen amañarce a un lugar, nosotros le decimos sentirnos tan cómodos que no queremos salir. Pero el viaje continúa y queda mucho camino por recorrer.

Entre saludos, lágrimas y buenos sentimientos. Sabiendo que nosotros no hacemos despedidas más bien son encuentros para volver a encontrarse.

Ya unos casi tres meses de estar en la Republica Bolivariana de Venezuela, tocaba hacer alrededor de unos 1.100,00 Kilómetros hasta la una ciudad llamada Ciudad Bolívar, al Sur del País, cruzando el magnifico Río Orinoco, para luego descansar de tanto viaje, y continuar el recorrido hacia la Ciudad de Santa Elena, en el cruce de la frontera con Brasil, sumándole unos 800,00 Kilómetros mas a la odisea.

Pensando solo en el viaje, alistamos a la maravillosa antorcha en su viaje, se le habían perdido unas cuantas tuercas, como a sus ocupantes, pero a diferencia de estos se las tuvimos que poner y ajustarlas para el viaje.

Y salir nuevamente a las rutas Latinoamericanas a gastar cauchos, y sorprenderse de los paisajes y de la gente.

Es muy especial lo que se genera en el viaje, es muy hermoso sentirse protegidos hasta en el mismo andar por los caminos, por las personas que ni siquiera conocemos. Solo vamos andando, y nos saludan, nos sonríen, nos empujan a seguir.

La antorcha genera un doble asombro, por un lado por ser un modelo antiguo de 1965, y por el otro por estar inscripta en sus laterales “Títeres del Zonda”, las personas se sorprenden, y mas aún cuando identifican que la placa es Argentina.

¡Que locos sueltos…!
En una de esas, de tanto andar…
Un ruido extraño, lo habíamos escuchado antes, pero no tan fuerte. Constante, algo que no se puede describir en palabras, pero verdaderamente avasallador.

Cada vez más fuerte.
Cada vez más persistente.
¿Una correa?
¿Un pistón?
¿Una tuerca suelta?
No, No. No.
Pico el vagre, las tripas hacían semejante ruido, que no podíamos escuchar a los Biyuyos, cantar en el equipo de sonido. Tapaban los ruidos toda sonoridad.

Tuvimos que parar, sino noS comíamos los santitos del altar que llevamos en la camioneta.
Una parada en el camino, frente a un puesto de empanadas y pasteles, rellenas de carne, o pollo. Delicia de sabores y olores.

¡Dénos urgentemente dos empanadas! ¡No mejor tres empanadas!

La señora nos miro atentamente, nos saludo, y nos dijo pero si ustedes son dos, ¿Por qué quieren tres empanadas?
Una la partimos en dos.
Ella sonrío nuevamente, y nos pregunto:
¿Qué es eso de Títeres del Zonda?
Entonces le contamos, que es un grupo de dos titiriteros de Argentina, que hace más de un año y medio salimos a recorrer Sudamérica, en esa camioneta, que ella estaba viendo. Llevando el teatro a cada escuela, o espacio publico, a los lugares que nos recibieran.

¿Y como hacen para poder viajar tanto; quien les paga?
Las personas nos ayudan, los niños y las niñas, nos colaboran con una módica suma, en el caso de Venezuela, les pedíamos uno o dos bolívares fuertes, como el importe de un helado, o un chupetin. Muchas veces nos alojan compañeros de teatro del lugar, o amigos que vamos conociendo, que les interesa nuestro viaje, y ellos no alojan, nos brindan un plato de comida. Nos cuidan, nos llenas de cariño, así poder seguir.

La señora nos mira. Mira la camioneta, y sonríe, diciéndonos, ¿el tiatro de títeres, es ese que es con muñecos?
Así es doña, ese mismo.

Mientras tanto, esperábamos que las empanadas terminaran de fritarse, seguíamos dialogando con la señora, sobre los lugares que habíamos conocido, y las experiencias de los tantos niños que nos habían visto.

Cuando el calor sobre la masa en el aceite ya había llegado al punto exacto, estando perfectamente doradas las empanadas, la Doñita las quito del gran recipiente en las que se estaban cocinando, las coloco sobre un papel de diario para que este le absorbiera el exceso de aceite.

Con mucha delicadeza, las fue presentando luego, en otro papel de servilleta, para finalmente ponerlas en una pequeña bolsita de polietileno verde. Entregándonos en vez de tres, que fueron las que le pedimos originalmente, cuatro. En dos bolsitas.

¿Bueno seño, cuanto le debemos?
Nada, nos contesto. Guarden para el viaje que les queda…

Encuentro al final del camino, con la Tierra sin Mal:

Sin poder procesar todo, nuestro pequeñito cerebro a esta altura del viaje esta a punto de estallar, no podemos sino mas que recordar cada momento, o cada circunstancia que nos parece importante y significativo; los cuales nos marcan y forma la parte más importante de este viaje.
Siguiendo, y preparado para otro cruce de frontera, pero esta vez entre Venezuela y Brasil, un vecino cercano, ya retomando con la bajada a la Argentina.

Como siempre, nos cambiamos, limpiamos un poco la camioneta, arreglamos las valijas, los papeles, y todo listo para otro Cruce.

…siempre primeros los puntos suspensivos, delante de las acciones, nos despertamos en la gran sabana, junto con los primeros rayos de luz, y saliendo muy temprano para recorrer los últimos kilómetros de este país.

Un domingo por la mañana, imposible, imposible, fue muy rápido cuando pasamos por el centro de la ultima ciudad de Venezuela, muchos controles de policía militar. Hombres uniformados; planillas que anotaban, que llenaban con datos y mas datos.

¿A dónde se dirige?
Y cuando le decíamos, hacia Argentina, nos miraban sin entender, pero nos dejaban seguir, hacia el puesto fronterizo.
Y asi que fue, llegamos a la Frontera, la bendita frontera.
¿y que?
Nada, de nada, solo un milico, aburrido que te atendía muy cordialmente, diciendo hace cinco minutos que la gente de aduana ya se retiro, deben regresar mañana, porque ahora donde necesitan cumplimentar la salida del país, esta completamente cerrado; y mañana desde las 8:00 horas se atiende.

Huy, que mal, no puede ser, son las diez de la mañana, nosotros pensábamos que por lo menos atendían hasta la una de la tarde, o las dos.

Recalientes, tanto preparativo, y nada, que mal. Pero bueno por lo menos ya estábamos a unos pasos, entonces reculamos.
¿y ahora que?
Estamos con muy pocos bolívares, si gastamos en alojamiento, no nos queda nada, entonces a acampar, se ha dicho. Pero debemos cruzar nuevamente por los puestos de control, ¿otra vez? No, no podemos.

Vámonos a un parque “El Paujil” que nos han nombrado todos, para que lo visitemos. Pero queda lejos, gastamos combustible, y aquí por ser lugar fronterizo hay por un lado venta restringida, y por el otro sube bastante el costo.
¿Entonces?
Y de repente, cuando comenzamos a putiarnos mutuamente entre nosotros. Una bocina de una camioneta suena, se coloca junto a la antorcha. Uno de los ocupantes nos hace una seña con el pulgar en alto, preguntándonos: ¿De donde vienen? ¿A dónde van?

Acampar en algún lugar, le contestamos, luego a cruzar la frontera para Brasil.

Sígannos, que paramos y allí les invitamos una cervecita ahumada, nos contestaron.

Increíble, pero real, otro momento tan especial como todos los especiales que vamos viviendo.
Paramos en una encrucijada, de un lado la ruta continuaba hacia el Parque, del otro lado un camino hacia una comunidad, y el otro hacia otra, un paisaje muy bello, con pequeñas montañas y a lo lejos unas nubes cargadas de agua.

Hablamos de bueyes perdidos, hasta el mismísimo mapa, miramos, y así que compartimos con ellos, que de un momento a otro desaparecieron de la misma manera que nos encontramos.
No sabemos si eran ¿Ángeles, o Demonios? Pero aparecieron allí, y nos dejaron en ese preciso lugar. Y la lluvia callo, aguacero de Marzo, que moja hasta los calzoncillos mas protegidos.

Terrible, temporal.
Un hombre y una mujer se acercaron a protegerse en una casita abandonada, hablamos, y nos comentaron que eran de una comunidad indígena, que estaban en los festejos del aniversario de su poblado, y que si queríamos participar de ellos, no tenían recursos, pero alojamiento y comida no nos iba a faltar.

Mas que bien, ya que solamente estábamos con un paquete de galletas y un litro de agua mineral.

Así fue que conocimos la tierra sin mal, la tierra sin malos, una comunidad indígena, esperábamos mas pobreza, casitas mas pobres, pero nos encontramos con un caserío con sus calles muy limpias, con sus casas de blancos colores, muy, pero muy tranquilo. Las personas en sus veredas hablando, los niños jugando en la calle libremente, los jóvenes haciendo deportes.

Parecía verdaderamente la tierra sin mal, el ambiente estaba armonioso, las personas sonreían, se asombraban, y volvían a sonreírnos.

Nos detuvimos en el local comunal, donde el compañero que nos guiaba, nos dice que hablaría por el alto parlante para anunciar la actividad.

Para sorpresa nuestra, comenzó hablar en un idioma no conocido por nosotros, luego lo tradujo al castellano, y bueno en el mensaje invitaba a toda la comunidad, niños, niñas jóvenes, y adultos a presenciar la presentación de teatro de títeres.

Fue muy chistoso, porque después que realizo la convocatoria, se nos acerca el, y nos pregunta, ¿Qué es eso de teatro de Títeres?
Nunca habían visto títeres, ni los grandes, ni los chicos, les había parecido interesante la propuesta y por eso nos habían invitado.

Una comunidad muy calida, alrededor de unas doscientas familias, en un predio comunitario, la mayoría campesinos, que su principal actividad se concentraba en la yuca, maíz, hortalizas, en menor medida, la ganadería. Conservando principalmente el idioma, ante nosotros hablaban castellano, pero entre ellos su idioma originario.

La comunidad relativamente joven, estaba cumpliendo el aniversario número seseta y cuatro, su origen como muchos asentamientos de este tipo, tiene que ver con la religión, en un principio la catolica, para que cuando les preguntamos sobre su historia, nos comentaban:

“Había una vez hace años, la comunidad fue echada por los curas, que nos decían que éramos salvajes.
No vivíamos en casas como las que hoy tenemos, sino que estábamos andando de un lugar a otro.
Luego vino un hombre blanco, que tenia muchas esposas, y se quedo a vivir con nosotros. Con el aprendimos mucho, como cultivar, a sembrar y construir casas. Pero el escucho una vos, que según nos dice, es del DIOS, y en esas palabras, el DIOS, le dijo que debía quedarse con nosotros, y que ahora debía solo tener una mujer, que no debería comer carne.
Y el hombre blanco, luego de unos años enfermo, y murió. Pero antes de eso, el nos dijo, sigan con las enseñanzas que les he dicho, no coman carne, no tengan mas de una mujer, civilícense, que en un tiempo llegaran otros hombres blancos con dos biblias negras.
Así fue la historia, luego llegaron los blancos con sus biblias, como nos había dicho el, y les recibimos con una gran banquete, sin carne, solo frutas y semillas, que nosotros mismos habíamos sembrado. Los hombres blancos se sorprendieron de nuestra enseñanza, y nos vieron civilizados un poco. Así fue la historia, y ellos se quedaron con nosotros, ahora somos religión”

Y así nos comentaron ellos como habían adquirido la religión adventista del séptimo día.

Una comunidad muy bella, con mucha calidez, con mucha armonía, más allá de la religión que actualmente son adeptos, en su esencia llevan el origen de la armonía y belleza, tienen todavía su estructura política, es decir que hay un líder que es el cacique. En su comunidad no hay policías, sino mas bien un concejo que resuelve comunitariamente los conflictos, no hay robos, ni violencia,

y la gente parece estar muy feliz.

y la presentacion...

Maravillosa, toda la comunidad congregada en el espacio comunal, primero solo entraron los niños y las niñas, que estaban vestidos con sus ropas domingueras, y luego los grandes miraban desde las ventanas.

Despacio, despacio fueron entrando, mientras actuaban nuestros títeres, en cada momento que les interesaba, inmensos aplausos y sonrisas invadía el espacio. En la culminación de la función, recibimos tantos aplausos, y sonrisas, que nos elevamos, por sobre las líneas imaginarias de la frontera, cruzamos las rayitas del mapa, traspasando todo tipo de formalidades.

Besando el viento libre de nuestra America, acariciados por las manos fuertes de los hombres y las mujeres originarios de estas tierras.

EntraMOS al Brasil.
Ya estamos hace unas semanas en Voa Vista, con amigos viajeros, de la Compañia LOCOMBIA Teatro de Andanzas, tratando de asimilar el idioma, ya tuvimos nuestra primera función que estuvo maravillosa, y ahora nos queda rodar por este gran país, gracias al gran emujoncito que los hermanos nos han dado.

Fotos no les podemos mostrar, ya que se nos ha roto la cámara, y estamos mas bien resolviendo la sobrevivencia diaria, el pan de cada día, y el combustible de la antorchita, que para que sepan aquí es muy, pero muy, pero muy caro.

¿Si alguno le sobra alguna CAmarita? Que mande…o nos deposite algún billetico para la compra de una.

Y aquí estamos programando una salida mas de los del Zonda, por las tierras amazónicas, prontitico nomás debemos marcharnos hacia la ciudad de Manaos, donde subiremos a la Gran Antorcha a un barco, por mas de siete días navegando por el caudal inmenso del río famoso.

¿Qué nos deparara el destino?
¿Qué fuerza mágica nos invadirá el espíritu?
¿Qué maravillas del camino, conoceremos?
¿Cuántos niños verán por primera vez teatro de títeres?
¿Cuántas sonrisas generaremos con nuestros muñecos?

¿Cuántas cosas aprenderemos y quedaran impregnadas para toda la vida en nuestro existir?
Lo sabrán en la próxima crónica, por este mismo medio, en este mismo lugarSaludos fraternales, calidos y bellos, con una inmensidad de multicolores sonrisa

Sebastian Berayra
Nicolas Martinasso
TITERES DEL ZONDA