lunes, 16 de agosto de 2010

Crónica de la Gira Nº X - Brasil, Parte I- La intensidad de los sentimientos


Crónica de la Gira Nº X
“Por las Huellas de los Pueblos”

Brasil, Parte I- La intensidad de los sentimientos


16 de Abril de 2010 Ciudad de Eunapolis, Estado de Bahia, Republica del Brasil.



Y andando seguimos…

Pero cada vez más acertados de nuestra gran aventura, que estamos en el camino correcto, cada vez más seguros de la decisión que hemos tomado. Del salir del romper muchas cadenas propias y ajenas.

A esta altura del viaje se siente en el cuerpo y en el espíritu los casi dos años de trashumar, los dos años de no parar ni un momento, mas bien de no tener un momento de ponerse a pensar de lo que se ha generado, en un principio en uno mismo, y también claro en los demás.

Ya estamos cumpliendo con más de la mitad de nuestro viaje, no tenemos ropa, no tenemos dinero, no tenemos muchas cosas que el mundo materialista necesita, nos hemos despojado de muchas cosas, materiales espirituales. Nuestra visión del mundo es otra, nuestra visión de las cosas es otra, rompimos muchos muros, y construimos bellos jardines en la plena libertad.

¿Algunos nos dirán que somos unos fracasados?
¿Otros nos dirán que hemos perdido dos años muy valiosos de nuestras vidas?

No lo sabemos.

Pero si estamos más que seguros, que vamos acompañados por muchos y muchas que no tienen nada, que están despojados de todo, y nos hemos convertido en iguales que ellos.

Un instante sin instantes.
Dos personas, que llegan en una camioneta de 1965, muy antigua, verde con inscripciones en sus laterales, muy particular.

“Títeres del Zonda”

Uno flaco, y uno gordo.
Uno alto, y otro Bajo.
 Con valijas viejas, con telas mugrientas, con bártulos, con caños de aluminio. Con tornillos y tuercas dispersadas en el piso de tierra.

Y una rueda de personas, Niños, Adultos, Ancianos, curtidos de tanto vivir en una soledad perpetua, cotidiana, abrumante, desesperadamente solitaria y olvidada en todos los conceptos. Pueblos perdidos de los pasos de cualquier caminante.

¿Y que acontece?
Un ritual, el mismísimo ritual del teatro de antaño, el mismísimo instante de magia, donde las miradas se devoran los silencios, donde los instantes se transforman en cajas de Pandora, y la música de Astor Piazzolla, con un adiós Nonino lo invade todo.

Completamente todo.

Cada pequeño movimiento de estos dos personajes es minuciosamente observado por una docena de personas, va que decir una docena, un centenar de personas, va que decir un centenar un millar de personas, que jamás de los jamases vieron teatro y menos que menos teatro de muñecos.

Pantalones negros.
Camisas Negras.
Un Sombrero de Otavalo.
Un Sombrero de Saraguro.
Un Saco de Oruro.
Un chaleco de la Paz.
Los pies descalzos,
Como queriendo acariciar la tierra que pisan sus ya cansados cuerpos de tanto andar.

Y EL MOMENTO se aproxima.
Los latidos se aceleran.
Las manos comienzan a sudar

Y los nervios se mezclan con el murmullo lento y suave de un público que no sabe en lo más mínimo lo que acontecerá en un retablo negro, porque ni siquiera saben lo que es.

¿Por donde saldrán?
¿Qué será eso que esta allí?
¿Qué harán estos dos gringos?
¿Qué será esto de Tiatro?
                           Y el tango de la Biyuya, con la voz de Marina comienza a tocar, en un baile tranquilo y fugas de dos calaveras que se unen para hacer estallar carcajadas de los que han perdido ya sus dientes.
                            Sonrisas puras y aplausos tiernos.
Y vienen las caras de ver títeres, las caras de ver fantoches
Los garrotes aparecen.
Las flores, los ladrones, Doña Rosita, Don Arturo.
Rosendo, Don Julio Aryentino Corazón de Roca, Xoxen.
Las hachas, las flechas, las bombas.
El Fuego.
  Y los gritos de los niños y las niñas.
Y más gritos
Y Montones de gritos.
 Que hacen romper las estructuras de los que dicen que son grandes, para regresar en el tiempo y volver a convertirse en niños y niñas con arrugas, con manos llenas de callos de tanto trabajar.

En ese mismo minuto donde todos dicen: ¡un besito…!
en la boca, en la boca.
                      Un cartel, un viejo cartel asoma por el teatro anunciando
el FIN de la obra.

Ya no somos iguales que en el comienzo, algo ha sucedido, se han roto las cadenas, se han mirado los espíritus desnudos, el publico no es el mismo, los titiriteros no son los mismos.

Todo ha cambiado, todo se ha movimentado, los sentimientos, las caras son otras, las sonrisas son otras, las actitudes son otras.

La justa, y necesaria magia del teatro ha dado su toque en cada corazón de los allí presentes.

No somos iguales.
Nos sentimos más hermanos.
Las emociones se ven en las lágrimas del público, de los titiriteros, en las sonrisas de los niños y de las niñas, en una manito muy pequeñitica que saluda.

Y todos nos transformamos en muñecos de cartapesta, muñecos de papel; todos volamos al mundo sin muerte, al mundo del juego, al mundo de las risas. Todos nos hacemos marionetas donde nuestros hilos se unen a los hilos de los otros.

Y así bailamos en la danza de una vida más feliz, de un mundo sin violencias, sin mezquindades, sin hambre, sin frío, sin aquellas cosas que nos duelen en lo más profundo de nuestros sentimientos.

A través del teatro y el arte, a través de nuestra muchas veces olvidada humanidad.

BRASIL, EL PAIS DE LAS EMOCIONES FUERTES:

Brasil.
Ya estamos muy cansados, no solo nosotros dos, sino que también la maravillosa antorcha, nuestras vivencias se han transformado no en ríos caudalosos, sino más bien mares apasionados.

Estamos muy sensibles, ya que nos han paso miles y miles de cosas con demasiada sensibilidad, no nos podemos escapar a esos sentimientos. Anécdotas fuertes en un país de gente maravillosamente bella.

El corazón de los brasileros es mucho mas grande que el país en el que ellos viven, es impresionante, ahora estamos como en el medio de este gran territorio, mas precisamente en el Estado de Bahia, en una ciudad que se llama Eunapolis.

Ya hemos dejado atrás el enigmático amazonas, para adentrarnos en la fuerte cultura del Nordeste Brasilero, se nos hace muy difícil plasmar en palabras lo vivido, tantas cosas, tanta gente que nos brindo una mano, tantas funciones, tantas energías generadas por el arte. Tanto compartir que seria muy lamentable olvidarnos de alguna.

Trataremos de que por lo menos perciban las vivencias que para nosotros fueron mucho mas fuertes en lo concreto y en lo espiritual de nuestros pasos por estos caminos.

TEATRO DE ANDANZAS Y LA MONTAÑA DE CEMENTO EN EL CORAZON DE LA SELVA:

No solo hablamos en español en la America Latina, no solo están las lenguas originarias, sino que también están otras lenguas producto de las invasiones conquistadoras, así como la castellana, que vino desde la España misma, tambien esta la Portugueza. Para nosotros es algo muy raro, de un lado imaginario de la frontera que también es imaginaria, un lenguaje y del otro lado de esa rayita imaginaria otro lenguaje.

No se entiende. Pero si se comprende la historia nefasta y sangrienta que tuvieron nuestros pueblos en el momento del remate de las tierras, en aquel mal llamado descubrimiento. Donde un señor, pelado y gordo con su tunica tenida de rojo sangriento decidió por intermedio de un Dios despótico, repartir la tierra “descubierta” en dos imperios, el Español, y el Portuguez, de acá para acá, es de una corona, que habla español, de acá para acá, es de otra corona que fala portuguez.

Y nos cagaron.

Pero la cultura, y la gente trasciende esa sangre derramada, y la hermandad se hace mas fuerte porque en la resistencia a la opresión desde el lado español, o desde el lado portuguez es la misma. La gente con sus puños en alto de un lado y del otro es igual. Cambiaran los rasgos fisiológicos, pero la lucha es la misma, frente al dominador, frente al opresor y los gobiernos que ellos mismos imponen.

¿Y que paso?
Bueno tuvimos que aprender hablar en portuguez. Las primeras funciones la gente nos miraba, nos aplaudía cuando salía en cartelito de Fin, que para colmo en portuguez, fin se escribe FIM, así que hasta allí andábamos malucos.

Pero con paciencia y gracias a la gran pero gran mano que nos dieron los amigos de Locombia, allí en Boa Vista, pudimos superar ese objetivo, después de varias presentaciones, pudimos hacer que nos entiendan un poco más.

Y así, que como siempre, andando y andando, llegamos al Parque Nacional Virua, allí en el medio de la mata, donde comienza la floresta, donde nace la selva, comenzamos a aprender sobre la diversidad de este maravilloso país.

Funciones varias, en comunidades de pescadores a las orillas del río Blanco, allí junto a los biólogos, los geógrafos, los amigos nuevos supimos entender mínimamente lo que serian los nuevos caminos por recorrer.

Y después de pasar por la reserva indígena amazónica, de la comunidad Walmiri Atroari, donde solamente se puede transitar en un cierto horario. Donde las autoridades policiales especifican que no se recomienda parar en el camino, porque parece ser, que allí los indios tienen mañas antropófagas se comen algún turista cargoso que va a sacarles fotos hasta cuando duermen.

Siguiendo las instrucciones policiales, como buenos y santos viajeros, pasamos derecho, derechito por esa zona, eso si se nos rompió el tren delantero, y perdimos unos tornillos de la antorcha, ya que la ruta estaba muy llena de pozos, no se podía esquivar ninguno.

Llegamos a la húmeda ciudad infernal de Manaus, allí con una hermosa galera, fuimos recibidos por nuestras amigas angeles que nos cuidaron, Nara y Melissa.

Impresionante, la ciudad muy grande muy llena de vida, jamás hubiéramos pensado que semejante ciudad estaba en el medio de la amazonas, allí donde comienza el gran río.

Y así conjuntamente con los amigos del centro holos nos quedamos un mes en esa ciudad, haciendo las gestiones para embarcar a la camioneta en una balsa para llegar a la ciudad de Belen, ya que no hay camino entre estas ciudades.

Toco viajar por el amazonas, en un barco con muchas familias, por unos cinco días. Uno cerraba los ojos mirando el Río, y los abría mirando el Río también, en ciertas partes parecía un mar, se veía a lo lejos muy lejos la costa, y en las noches solo unas pequeñas lámparas iluminaban las pocas casas que a lo largo de las costa se encontraban.

Una aventura sin precedentes, viajando con familias enteras que migraban de una ciudad a otra, para comenzar nuevamente con sus propias historias, llevando consigo sus pocas cosas, su televisor, sus ollas, sus ropas, todos sus pocos bienes.

El viaje de sus vidas, el viaje que jamás volverían hacer, dejando en su pasado terribles historias de hambre, de dolores, de olvidos, para cambiarlas por una nueva esperanza, por un nuevo futuro, por un nuevo comenzar.

Es increíble, nos contaban sus historias con las lagrimas en sus ojos, con sus niños en sus brazos, pero con sus espíritus radiantes al nuevo despertar. Así también nos encontramos con un hombre que era minero de diamantes, una actividad prohibida y penada con la cárcel en estos días por el estado brasilero. La búsqueda de la piedra preciosa, la mas grande la mas pura piedra de diamante, para una vez por todas vivir dignamente. Tantas historias que será en otro momento que las escribamos, ya que sino seria interminable esta crónica.

Así fue, que pasaron los días en el barco, durmiendo en redes, y sorprendiéndonos en cada momento del viaje, en una parte donde el río que se hace más estrecho, las mujeres de la costa que viven en sus precarias casas de cartón, y de madera, escuchan el barco que viene.

Salen rápido de sus casas, suben a sus hijos semidesnudos y pequeños a sus rudimentarias canoas, y comienzan a chapotear con sus manos el agua del río Amazonas, pidiendo que les tiren unas monedas. La gente que va en el barco como toda gente pobre, tiene compasión con los de su misma clase, envuelven dulcemente en bolsas de plástico unos paquetes de arroz, de fideos, unas golosinas, las cierran fuertemente y se las tiran. Para que ellas las recojan.

Es muy impresionante las imágenes, las personas viven en una pobreza extrema, tienen todo, y no tienen nada.

En este momento solo toca suspirar, y mirar el cielo.
Así es así seguimos, y se vienen muchas canoas, que invaden las aguas marrones  de un río correntoso. No son mujeres, ni tampoco son hombres, ni menos piratas.
 Sino que son niños, y niñas, desde cinco hasta unos trece años, que con una impresionante agilidad, se enganchan al barco en movimiento.

Un momento justo a una velocidad muy experimentada, tiran su manito un arpon, que en la punta lleva un garfio como para que los sostenga, y así contra la corriente ellos se prenden del barco.

Hacen unas maniobras y de repente están arriba del barco, compartiendo una gaseosa, o comiendo un chocolate que los tripulantes les regalan.

Suben con sus canastitas vendiendo camarones y productos confeccionados en la región, palmitos, pescados, jugos, bananas, y tantas cosas, por unos pocos reales.

Así como llegan se van, como cuales aves en pleno vuelo, sonríen, miran asustados y con gran valentía, se retiran silenciosamente hasta que otro barco llegue  a las costas de su casa.

Volver a repetir su aventura.
Un momento, un pequeño momento de compartir cultura, de transgredir la soledad, de romper con esa incomunicación, al subir al barco para sobrevivir, para demostrarnos que ellos existen, que ellos están allí.

Que ellos ríen y viven también en las orillas de un Río llamado Amazonas.

EL ENCUENTRO TAN DESEADO:

Y no es para menos, ya la estábamos extrañando mucho, sin verla, solita, tan semejante viaje, tantos momentos vividos por nosotros. ¿y los de ella?

¿Que contara la antorcha?, ¿Que contara nuestra maravillosa camioneta?, solo ella lo sabrá, ya que tubo que viajar solita, solita unos días antes que nosotros en otra balsa, y llego el momento de encuentro en la ciudad de Belén del estado de PARA, en el nordeste mismo de Brasil.

Y así nomás como llego partió, la chequeada de siempre, el aceite, el agua, la batería, el aire en las ruedas. Un poco de limpieza y a los caminos.

Como nos dijo la Anastacia Garcia, vayan donde los reciben, así tal cual, vamos a donde nos reciben pero esta vez el trecho era muy pero muy largo, unos tres mil quinientos quilometros. En varias etapas.

La meta: PRAIA DO FORTE, norte del estado de Bahia.

Salimos silbando bajito, despacito despacito, con todo en orden contentos de volver a las andadas, pero con un pequeño problemita en los bolsillos.

DESTRUYENDO SOLEDADES:

Así que con todo absolutamente calculado, los centavos, las monedas los billetes, todo calculado en la libretita de viaje. Tantos kilómetros, tanto combustible, tanto dinero.

Esto queda, se compra pan, banana, y queso. Se duerme en el camino, en algún puesto de combustible, estación de servicio. El tema importante que para llegar al lugar donde nos reciben, no podíamos estirar nada las monedas, no nos alcanzaba el dinero, porque los ahorros y la plata que habíamos generado se nos había gastado en el pago de la embarcación por el río amazonas, nos había costado el doble de lo que pensábamos, entre el viaje nuestro, como también el de la antorcha.

¿Bueno entonces que?
Tocaba  llegar a una ciudad intermedio del camino, y allí hacer lo que sabemos hacer, marionetas, y fantoches, títeres, en la calle misma.

Elegimos la ciudad, que seria, Teresina, desde Belén donde estábamos, hacia allí unos mil kilómetros.
                         Salimos nomás.
 Unos dos días de viaje, constantes y sonantes desde muy temprano, y calculando como para llegar a Teresina por la mañana temprano y hacer las gestiones para podernos presentar en la calle con Elsa y Kassandra, hacer unos reales y seguir el viaje.

Todo bien, todo tranquilo.
Y aconteció lo que no tenia que acontecer.

Pequeña ciudad, un semáforo que cambia de color, pasa a Rojo, nos detenemos, unos instantes…

¿Qué?
(No no fue un choque, tranquilos)

El cambio que no entraba y la antorcha que no se movía, ni pa delante, ni para atrás, las bocinas que comenzaron a sonar, las putiadas en portugués, y los nervios que comenzaron asomar.

¿Qué paso?
Esos síntomas no los conocíamos de la antorcha, que diablos pasa, bueno bajamos, la empujamos como pudimos y nos tiramos debajo del motor para ver que acontecía con el embriague.

Nada, y nada.
Tirados allí abajo, comenzaron acercarse, primero uno, después otro y otro, gente que pasaba y les llamaba la atención primero el carro, y luego la placa, “Argentina” y nos preguntaban ¿Qué nos estaba pasando? Pregunta, que pregunta.

Paso un hombrecito que vendía en la calle, antenas y fundas para celulares, allí se tiro abajo con nosotros y nos dice es una manguerita que esta rota, toca cambiarla nada mas.

Y así que fue la búsqueda de la manguera, pero cuando uno esta de viaje, en un lugar que no es el de uno, y mas aún en un país que tampoco es el de uno, todo se torna doblemente complicado, y a eso le sumamos el idioma.

 Se nos acerco un muchacho. No se si nos vio tan mal, que le dimos tanta lastima, y el mismo nos llevo a los lugares donde podríamos conseguir el repuesto, primero en su moto, luego en su auto, de un lado hacia otro.

Hasta que por fin lo habíamos encontramos, el bendito repuesto. Nos tiramos debajo de la antorchita, mano que va mano que viene, Ya esta.
Probamos
Una vez

Probamos
Dos veces
Tres veces
Y…

nada
       No pasaba nada, solo las horas, y todo continuaba igual.
La tiramos con el mismo auto del mismo muchacho que nos había ayudado, hasta un mecánico amigo de el.

Y allí comenzó otro capitulo de la historia esta, el Mecánico nos dice, se rompió el cilindro de embriagué, será difícil encontrar uno porque es un modelo antiguo, hay que ver para adaptar otro.

No conocíamos a nadie, estábamos completamente solos, y sin dinero alguno.

¿Qué hacemos?
En esos momentos solo toca dejarse llevar por el mismo destino, solo toca tranquilizarse y ser sinceros con uno mismo, que las cosas van para donde deben ir. Pero eso lo decimos ahora, que han pasado el tiempo, en ese momento es muy difícil.

Conseguimos el repuesto.
Lo arreglaron y nos dijeron, vaya con Dios.

LA COMUNIDAD DE SANTO ANTONIO DE TIMO:

 Y no nos quedo otra que irnos con Dios, un abrazo que fue fuerte con lagrimas y emociones en los ojos, después de dos días de tratar de solucionar aquel problema, ya todo esta bien. Y eso nos llevo hacer una devolución a esa gente, a esos nuevos amigos, entonces decidimos hacer una función de Teatro de Títeres, y donde mas que en una fiesta patronal, del santo del pueblo.

Mas tranquillos, con la camioneta en perfecto funcionamiento, nos presentamos, realizamos varias funciones, nos alojaron en un salón parroquial, títeres a la gorra, títeres para toda la familia.

Compartimos el pan y el vino.
El desayuno, y las risas de una comunidad de verdad, unida por la religión, más allá del rito católico, más allá de las formalidades que lleva estar vinculados con la iglesia. Todos compartiendo, todos trabajando por la felicidad de todos.

Volviendo a una iglesia primitiva en conceptos, una iglesia pura, transparente, clara, el ritual en comunión verdadera con las actitudes de la comunidad. Era increíble ver la armonía de las personas, la calidez de las relaciones, las risas, los dobles sentidos, las chispas, las energías que se generaban entre todos.

Mucha gente, la iglesia repleta de personas, jóvenes, ancianos, niños, todos, utilizando el rito, como medio para compartir un momento en la comunidad, no como medio para hacer lineamientos, ni direccionar pensamientos, sino en la plena libertad de cada uno, para hacer posible una convivencia mas armónica entre todos.

Maravilloso, nos sorprendieron, nos dieron de comer cuando no teníamos comida, nos brindaron una sonrisa cuando estábamos desesperados, nos acariciaron el corazón cuando mas lo necesitábamos.

Nos alentaron a seguir, andando, nos pusieron las alas de los ángeles para que voláramos hacia nuestro destino.

LA PRAIA Y EL MAR:

Y llegamos nomás hasta la casa de Gaby en Praia Do Forte, allí en un mundo muy diferente al que veníamos nos encontramos con un muelle roto de la antorcha, con nuestro cansancio mas presente, nuestras fuerzas mas debilitadas.

Para recuperar el aliento, recuperar energías y levantar las velas para seguir andando, pero esta será una historia de otra crónica que ya se esta escribiendo como para no atosigar tanto la vista y cansar los pensamientos.

Los vientos van bien, laS cosas se ordenan, y los títeres hacen de las suyas, en todos los lugares donde salen en escena, en las escuelas en los teatros, en la calle misma. En las casas de Fariña, en las ciudades, en las comunidades rurales, en cada lugar que nos hemos presentado, se ha generado un momento único, fantástico, indescriptible de risas, de silencios, de intercambios, de abrazos.

El publico, la gente, el pueblo nos contiene, y nosotros los contenemos con ellos, algo mutuo, especial y mágico, como es el  TEATRO DE TITERES.

Ahora en la ciudad de Eunapolis con los amigos y hermanos del Punto de Cultura VIOLA DO BOLSO, mas de 800 niños nos han visto, hemos compartido tanto en solo una semana, muchas funciones, mucho trabajo, pero sobre todo mucha energía, y pensando mucho en lo una vez el Maestro Eduardo Di Mauro nos dijo, cada niño que vea aunque sea una única vez una función de títeres posibilita que el mundo cambie y sea mejor.

No se si a esta altura nosotros ya lo hemos cambiado para otros, lo que si la visión del mundo para nuestros sentidos, ha cambiado mucho y por eso estamos muy felices de hacer lo que hacemos.

Sebastian Aurelio Berayra
Nicolas Martinasso
TITERES DEL ZONDA
FANTOCHES DO VENTO


1 comentario:

  1. Hola, que hermosa aventura... como me gustaría haber sido parte de este maravilloso viaje. Los felicito, por este paso de vida tan valioso y que será de ustedes y de quienes los escuchen para el resto de sus días.
    Un abrazo

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